Si no podemos unir a la humanidad por un bien común,
hay que dividirla como se debe;
sin banderas pero con una frontera,
limitada por un muro impenetrable,
construido de dignidad y conciencia,
que divida por un lado a los que aman la iluminación,
la libertad, la justicia,
la razón y la educación por conocimiento verdadero.
Y al otro lado en las tinieblas,
quienes aman sus cadenas,
adoctrinados por la propaganda mercantilista, religiosa y falaz,
dopados de falsa felicidad, alimentando su codicia,
gozando como puercos
viviendo al margen de la ley, y en injusticia.
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